Ficha de Katerina Petrova II

Nombre: Katerina Petrova II

Edad: 25 años

Nacionalidad: Búlgara

Familia: Petrova - Matriarca

Raza: Licántropo

Amuleto mágico: Collar de Piedra de Luna

Rango

Líder de la Manada de Licántropos


Es muy explosiva, demasiado sentimental. Se la debe tratar con cuidado pues suele tomar las cosas de forma literal y, si algo no le parece, responderá con toda su furia a la persona que la haya ofendido. Tiende a ser bastante tosca, muy poco sutil al hablar y tocar temas que para los demás podrían ser delicados. Su temperamento la convierte en una de las personas más peligrosas con las que podrías toparte. La mayoría de las veces actúa por instinto, por lo que considera mejor de acuerdo a la situación y todo lo que hace es una extensión de lo que podría beneficiarle.

Se le hace extremadamente fácil controlar a las personas por medio de la fuerza, no teme atacar a nadie y mucho menos poner a las personas en su lugar. A pesar de su forma de ser, siempre se caracterizó por tener ese punto indescriptible de atracción. Pocas personas conocen su lado más calmado ya que siempre parece a punto de explotar, no obstante, hace gala de él con los que considera de confianza y se muestra mucho más amable con los miembros de su familia y manada. Tiene un afán peculiar por romper las reglas que ella no ha impuesto y se inclina mucho por hacer las cosas que puedan llegar a molestar a los demás.


Tiene una larga melena castaña de bucles alborotados que pocas veces arregla, caen de forma natural por toda su espalda. Es una Doppelgänger Petrova, por lo que mantiene la apariencia de Amara, la primera de la línea familiar. Sus razgos son pequeños y delidados, su barbilla es un poco respingada y sus pómulos están ligeramente marcados; tiene los labios pequeños y rosados, lo que complementa su rostro haciéndolo muy simétrico. Tiene los ojos color chocolate y cejas oscuras al igual que sus pestañas, que están muy juntas. Su contextura es delgada y es alta, teniendo una estatura de 1.68 m. Suele vestir de forma casual, aunque nunca se ve prolija, tiene un aspecto salvaje. Lleva un collar con una piedra blanca ovalada y pequeña siempre en el cuello, que la sigue hasta en sus transformaciones.

Con los años, fue adoptando las cualidades de un lobo en su actitud e incluso en su apariencia. Tiende a tener los ojos amarillos más tiempo del debido, cosa que sucede solo cuando los licántropos están demasiado enojados. Su andar se asemeja al de un predador, cada paso parece fríamente calculado y seguro, acecha a las personas hasta envolverlas o hacerse sentir inferiores. Tiene los caninos un poco más largos de lo normal, cosa que solo se nota cuando sonríe y, sin proponérselo, a veces hace sonidos extraños que definitivamente pertenecen a un animal. Sabe cómo y cuando usar las cosas que ha adoptado de la licantropía, pero no siempre lo controla.

En su forma animal

Mantiene ciertos puntos de su forma humana, como su pelaje blanco, que está siempre bastante alborotado. El color de sus ojos es de un amarillo peligroso y es mucho más grande que el resto de su manada, dejando en claro que ella es la líder.


Hija única de un matrimonio inconforme, nació en Bulgaria en mayo de 1989. Pocos habían sido los parientes que habían vuelto a Bulgaria luego de que se cortara el linaje de los Petrova y su madre había sido la consecuencia de ello. La mujer había heredado la licantropía de su abuelo y, por lo tanto, Katerina también. La historia familiar estaba prácticamente incompleta y lo único que se sabía era que, de alguna manera, los registros habían aparecido de la nada en una pariente lejana.

A pesar de las hojas faltantes, estaba la información pertinente para que volvieran a las raíces y así lo habían hecho. Eran conscientes de los Doppelgängers, el problema era que nunca habían visto a una de ellas y dieron por sentado que todo iba bien con ella. Le dieron el nombre de la dueña del diaro donde habían sacado la información de su antigua casa, Katerina Petrova.

Se crió como una niña extremadamente temperamental y testaruda que no estaba conforme con nada ni con nadie. Tuvo problemas en la escuela, tuvo problemas en casa y, sobre todo, tuvo problemas con su madre. En su temprana adolescencia no se pudo ocultar más la verdad sobre su condición heredada porque estuvo a punto de atacar a un compañero de clases sin habérselo propuesto.

Para la suerte de la muchacha, su padre había llegado justo a tiempo para detenerla, pues su profesora no había podido con ella a pesar de que la sobrepasaba en tamaño y solo el hombre pudo ponerle freno. La noticia parecía ser una locura hasta que su madre lo mostró lo que era vivir sin la piedra de luna que había en la familia.

Desde los trece años estuvo viviendo con la consciencia en dos manos. Nunca se había asustado por nada, pero los gritos de su madre la noche de la luna llena la perseguían a donde quiera que iba y más que todo el verla convertirse en un ser sobrenatural ante sus ojos. No quería convertirse en eso, tampoco quería asesinar a nadie.

Pero su caracter pudo más que ella un día a los dos años. A penas tenía quince y se había convertido en una joven atractiva que terminaba por llamar la atención de los chicos. El problema era que ella no quería atraer a nadie y no entendía de las tonterías infantiles, ni siquiera consideraba estar en el mismo nivel de madurez.

Cometió su primer asesinato en la noche del baile de bienvenida escolar. Un chico la había invitado a salir y ella había accedido solo porque su madre lo había encontrado conveniente para la ocasión, el problema ocurrió cuando el chico trató de besarla.

No supo llevar la vergüenza y la impotencia de que alguien quisiera propasarse con ella, se volvió literalmente loca de ira y sin poder evitarlo, sin que nadie la parara, asfixió a su pareja de baile hasta la muerte. La maldición había recaído sobre ella y solo fue consciente de ello cuando vio el cadáver del joven que la había llevado a la escuela. Se desplomó, sabía que iba a pasarle lo mismo que a su madre y que no había forma de remediarlo.

Nunca olvidó la enorme reprimenda de su madre aquella noche, ni la forma en la que tuvo que enterrar y ocultar el cuerpo de alguien que solo había pecado de ser demasiado pícaro. Los años siguientes fueron duros, no había forma de que compartieran la piedra porque solo servía para una de las dos y su madre se había vuelto tan dependiente de ella que era imposible que se la dejara a ella.

Entonces empezó el suplicio. Su primera transformación la tomó desprevenida, su madre la había convencido de encerrarse un par de días en la cripta con la intención de que se perdiera en tiempo y espacio, olvidara sus problemas, pero solo empeoró el asunto. Se sentía encerrada, sin aire, empezó a pensar cosas sin sentido y pensaba que estaba a punto de perder la cabeza cuando la luna llena llegó a su punto más alto.

Cada parte de su cuerpo se quebró de la forma más dolorosa durante un tiempo verdaderamente indefinible entre tanto dolor. Nada de lo que había imaginado se comparaba con lo que estaba sintiendo y solo dejó de sentir cuando abrió los ojos al día siguiente, completamente desnuda en medio de la cripta sin recordar nada de lo ocurrido. Y así fueron todas sus transformaciones después de eso, porque su madre se negaba a darle la piedra.

Todos los meses se obligaba a sí misma a encerrarse de nuevo y esperar que el dolor llegara otra vez, esperar recobrar la consciencia en una de las mañanas que llegaran. Lentamente su carácter se fue volviendo más fuerte, se hacía más odiosa e irritable. Con cada transformación su poder parecía incrementar, su debilidad solo se mostraba en las vísperas de la luna llena y se volvía una amenaza para su propia madre que, desde su punto de vista, no era más que un fraude con el asunto de la piedra.

Sus relaciones se cerraron cada vez más, tuvo que centrarse en lo que quería hacer y nada más. Terminó la escuela y empezó la universidad, tratando de asistir a todas las clases sin exasperarse. Pero le era muy difícil, el encierro, estar sentada y poner toda su atención en algo específico no era lo suyo. Le molestaban los profesores, las materias, los compañeros de clase.

Todo se le hacía mucho más complicado después de cada luna llena y un día, sin decir nada, simplemente se largó de casa. Sin embargo, no era la misma niña caprichosa que había sido de pequeña. Lo primero que hizo al irse fue tomar la piedra de luna de su madre en venganza, por todos los años que la había obligado a pasar sus transformaciones sola en un oscuro agujero bajo tierra.

Llegó a Estados Unidos a la edad de 18 años. Solo su tía estaba allí porque aparentemente todos habían muerto con el tiempo, pero le agradó encontrar a alguien con vida por aquellos lares. Tenía entendido que habían habitado allí la mayor parte del tiempo desde las últimas décadas y había buscado en el directorio hasta encontrarla. Su nuevo hogar era una gran mansión antigua que podría albergar a su tempestuosa forma de ser y donde podría moverse con sencillez para no sentirse encerrada.

Pero sus días no pasaron en medio de las cuatros paredes que representaba su casa, si no que empezó a adentrarse cada vez más en el bosque. Encontró una parte de sí que nunca había experimentado, se liberó tanto como podía y no fue si no hasta que encontró la primera manada que empezó a probar su poder.

Al principio la acogieron como parte del grupo de la forma más cálida que podía pensarse. Le resultaba extraño que alguien quisiera incluirla en el grupo con lo irritable que llegaba a ser pero todos eran más o menos así, todos se comprenderían. La única diferencia estaba en sus años de licántropo. Tenía tanto tiempo transformándose, haciéndose más dura y tosca, que había empezado a adquirir cualidades de la licantropía en su forma humana.

Se movía como un predador, se expresaba abiertamente y sin compasión, no tenía ningún problema con enfrentarse a los demás. Empezó como un peón pero poco a poco empezó a ganarse seguidores, poco a poco fue venciendo a alfa tras alfa y cuando menos se lo esperaba... Se convirtió en la líder de la manada más grande que había pisado el continente Americano. Nunca usó la piedra de luna pero la lleva consigo como un amuleto de superioridad.

Se enteró de que era un Doppelgänger Petrova mucho después, ya en la actualidad. Residía en Mystic Falls y a varios les parecía interesante el hecho de que se pareciera a Elena Gilbert, una chica a la que nunca llegó a conocer.

Negocios: no posee